Por Daniel Wallace
Traducción: Mario Escamilla
Le
llamaban el Elegido. Se creía que Anakin Skywalker, descubierto
cuando era esclavo en Tatooine, había sido concebido por los
midi-chlorians, organismos microscópicos que sirven como conectores
orgánicos hacia el campo místico de energía conocido como la
Fuerza.
De acuerdo a la profecía del Elegido, llegaría un
día en que se levantaría un héroe que destruiría a los Sith y
traería el balance a la Fuerza. Los defensores de Anakin no pudieron
más que mirar con horror, asombrados de lo equivocados que habían
estado, cómo su campeón se convertía en el Señor Oscuro de los
Sith, Darth Vader, y ayudaba a extinguir la luz de la orden Jedi. Sin
embargo, el cumplimiento de la profecía no se había invalidado,
simplemente había sido postergado. Se necesitó el amor de un hijo
hacia su padre para terminar con el dominio de los Sith y preparar el
escenario del regreso de los Jedi.
Si se cree en la tradición
de los Señores Sith, Anakin Skywalker comenzó su vida como el
resultado de la experimentación Sith. Darth Plagueis, un devoto del
lado oscuro y amante de lo espiritual y lo arcano, desarrolló un
método para preservar la vida en aquellos que estaba muriendo, mismo
que llevado al extremo, era capaz de inducir a los midi-chlorians a
crear vida a partir de la nada. Anakin Skywalker, quien nunca tuvo un
padre biológico, se cree que fue el resultado de la visión de Darth
Plagueis. Aún permanece incierto si éste logro fue el resultado de
los esfuerzos de Plagueis o de los de su ambicioso aprendiz, Darth
Sidious.
Pero a pesar de sus habilidades, Anakin seguía siendo un esclavo. Watto les inflingía diarias crueldades a Anakin y Shmi, y solo le permitía correr a Anakin por el dinero que ganaba apostando al resultado. Anakin soñaba con convertirse en un piloto estelar y un gran héroe galáctico. Con tal poder, podría liberar a su madre y forzar a los estafadores como Watto a devolver sus mal habidas ganancias. Cuando no estaba soñando en esto, Anakin construyó un droide de protocolo a partir de partes de desecho para que sirviera de ayudante a su madre. Le nombró C-3PO.
La vida de Anakin cambió cuando el destino llevó a los Jedi Qui-Gon Jinn y Obi-Wan Kenobi -junto con Padmé Amidala, reina de Naboo- a Tatooine. Anakin quedó impresionado con los dos Jedi, particularmente con el paternal Qui-Gon, también desarrolló un enamoramiento infantil por la Reina de 14 años. Cuando Qui-Gon descubrió el potencial de Anakin en la Fuerza, se dio cuenta que el niño podía ser el Elegido del que hablaba la profecía.
Usando trampas sutiles que el Consejo Jedi hubiera desaprobado, Qui-Gon se aseguró de que una victoria en la inminente carrera Boonta Eve ganaría la libertad del niño. Anakin triunfó, pero Qui-Gon no había hecho arreglos para liberar a Shmi Skywalker. Con una mezcla de esperanza, confusión y desesperación, Anakin Skywalker abandonó Tatooine en compañía de los Jedi.
Anakin creció en Tatooine. Su madre, Shmi Skywalker, fue una esclava propiedad de Watto, un vendedor de chatarra Toydariano que poseía una tienda en Mos Espa. Anakin tenía la mayor concentración de midi-chlorians en su sangre que cualquier otro Jedi jamás medido, y sus habilidades latentes se manifestaban en una extraordinaria afinidad por la reparación de máquinas. También poseía reflejos sobrenaturales. A la edad de nueve años, se había convertido en el único humano capaz de manejar un pod en el circuito de carreras profesionales.
En la cámara del Consejo Jedi en Coruscant, los Maestros Mace Windu y Yoda debatieron si aceptaban a Anakin en su orden. Con nueve años, era más viejo que la mayoría de los iniciados y por consecuencia menos maleable en las enseñanzas de los Jedi. Mace Windu no ocultaba su escepticismo. Declaró que, profecía o no, Anakin Skywalker no sería entrenado como Jedi.
Al mismo tiempo, el Senador Palpatine de Naboo había logrado pasar una moción para un Voto de Desconfianza en contra del liderazgo del Supremo Canciller Valorum. Parecía que Palpatine sería nominado en lugar de Valorum, y la Reina Padmé Amidala insistió en regresar a casa para liberar a Naboo de la ocupación por parte de los droides de batalla de la Federación de Comercio. Sin que Padmé lo supiera, la invasión a Naboo había sido orquestada por el Señor Sith Darth Sidious y su aprendiz, el asesino tatuado Darth Maul. Liberar al planeta sería más difícil de lo esperado.
Afortunadamente, Padmé pudo obtener la ayuda de los Gungans, quienes tenían su propio ejército oculto en los pantanos de Naboo. Mientras los Gungans peleaban con los droides de batalla, Padmé tomó por asalto el palacio, y Qui-Gon y Obi-Wan se batían en duelo con Darth Maul. Padmé triunfó sobre Nute Gunray, el Virrey de la Federación de Comercio, pero Qui-Gon encontró la muerte en la espada de Darth Maul antes de que Obi-Wan pudiera matar al malvado Señor Sith.
Mientras tanto, Anakin Skywalker se encontró a si mismo en un caza de Naboo. Con el droide astromecánico R2-D2 como copiloto, Anakin destruyó la nave de control de los droides que se encontraba en órbita, un logro sensacional para alguien tan joven y sin entrenamiento. Durante las celebraciones de regreso en el planeta liberado, el nuevo Canciller electo Palpatine prometió seguir con gran interés la carrera del niño héroe.
El descubrimiento de que un Señor Sith había sido responsable de la muerte de Qui-Gon Jinn había preocupado al Consejo Jedi, que creía que la orden de los Sith se había extinguido. Sabiendo que lo más probable era que el maestro Sith que había entrenado a Darth Maul seguía vivo, Mace Windu y Yoda revirtieron su decisión, después de todo, uno de los roles del Elegido era destruir a los Sith. Estuvieron de acuerdo en permitir que Anakin Skywalker entrara en la orden Jedi,
donde sería entrenado como el aprendiz Padawan de Obi-Wan Kenobi.
Anakin se convirtió en uno de los estudiantes más talentosos que la orden Jedi había conocido. Probó sus habilidades en misiones desde Zonama Sekot hasta Korriban, completando sus tareas con un estilo rebelde, y a veces hasta despectivo. Obi-Wan se convirtió en su mentor en las artes Jedi, mientras que Palpatine tomó el lugar del tío benevolente, dándole consejos políticos acerca de la manipulación de la opinión pública.
Los Jedi se ajustaban a un ideal de
servicio altruista, un concepto que le era difícil reconciliar con
su experiencia de vida. La madre de Anakin había sido todo para él;
bajo los principios Jedi, debía eliminar esa relación de cariño
hacia ella mientras se pudría en la esclavitud. Las emociones
incontroladas dominaban las acciones de Anakin como Jedi. Él lo
consideraba una fortaleza, mientras que Obi-Wan, Yoda y otros,
consideraban que era un problema que debía resolverse.
Diversas
situaciones que no auguraban nada bueno habían mantenido a los Jedi
cuidadosos y alerta. El Conde Dooku, un Maestro Jedi muy estimado que
había renunciado a la orden, había emergido después de años de
ausencia a la cabeza de un movimiento Separatista. Predicando los
ideales que supuestamente había olvidado la República, Dooku había
unido a su causa a miles de sistemas estelares bajo la bandera de la
Confederación de Sistemas Independientes. Su compromiso con
políticas orientadas a negocios había atraído el interés de
conglomerados comerciales como la Federación de Comercio y el Clan
Bancario InterGaláctico, quienes poseían los recursos financieros
para proveer un vasto ejército robótico. La galaxia amenazaba con
partirse en dos, y muchos dudaban que la República pudiera
sobrevivir al conflicto.
Anakin permaneció siendo un gran partidario del Canciller Palpatine, aunque la situación se había deteriorado al grado que el debate sobre la creación de un ejército de la República se había vuelto necesario. Con los Separatistas como probables responsables de numerosos atentados terroristas, incluyendo a la nueva Senadora de Naboo, Padmé Amidala, entre sus objetivos, Anakin aceptó a proteger a la Senadora en su viaje de regreso a casa.
Era la primera vez que Anakin veía a Padmé en 10 años. Ella se había convertido en una política respetada; él, en un poderoso Jedi. La atracción infantil de Anakin se había convertido en una obsesión irresistible. Él sabía que amaba a Padmé en una manera obsesiva, de todo o nada. Lo que le sorprendió, era que ella le correspondía. Aunque Padmé hablaba en voz alta con propiedad y sobre el deber, sus palabras eran una máscara que escondía sus verdaderas emociones. Anakin pronto abandonó su misión en dirección a Tatooine, angustiado por pesadillas de su madre sufriendo. Padmé lo siguió.
En Tatooine, Anakin encontró un Watto abandonado por la suerte. Su anterior dueño le reveló que había vendido años atrás a Shmi a un granjero llamado Cliegg Lars, quien la había desposado. El hogar de los Lars quedaba en una remota zona del desierto cerca del Mar de Dunas. Ahí, Anakin conoció a Cliegg y a su hijo Owen, su nuevo medio hermano, así como a la novia de éste, Beru. Pero había llegado demasiado tarde para prevenir el secuestro de su madre por la Gente de las Arenas.
Anakin rastreó a la tribu responsable y se infiltró a su campamento cubierto con un manto de oscuridad. Encontró a su madre, pero sus heridas eran demasiado severas, y Anakin carecía del poder para prevenir su muerte. Enfurecido con la Gente de las Arenas y furioso consigo mismo por haber permitido que su madre muriera, Anakin arremetió contra los captores de Shmi. En unos cuantos minutos de carnicería, ejecutó a cada hombre, mujer y niño del campamento.
Regresó con el cuerpo del Shmi a casa de los Lars. Aunque Anakin le contó a Padmé lo que había sucedido, ella decidió ignorar las implicaciones de la matanza cometida por su amor. Ella creía en la devoción que veía reflejada en los ojos de Anakin.
Un mensaje de Obi-Wan Kenobi interrumpió el luto de Anakin. En Geonosis, la principal fábrica de droides de batalla de los Separatistas, Obi-Wan se había convertido en un prisionero del Conde Dooku. Anakin y Padmé se apresuraron a rescatarlo pero, en un instante, se convirtieron también en prisioneros. Dooku ordenó que los tres fueran devorados por bestias salvajes en la arena de Geonosis.
Anakin usó sus poderes para echar a perder la ejecución, calmando a uno de los monstruos con la Fuerza y lo convirtió en una montura improvisada. La situación se tornó más caótica cuando Mace Windu llegó acompañado por una compañía de Caballeros Jedi, seguidos de cerca por Yoda y un batallón armado de soldados clones. Cientos de Jedi perdieron sus vidas en la batalla sobre las planicies de roca roja alrededor de la arena, aunque la situación pronto cambió a favor de la República. Muchas naves de la Federación de Comercio escaparon del sistema Geonosiano, asegurando que hubiera Separatistas para pelear otro día.
Anakin y Obi-Wan tomaron la misión de capturar al Conde Dooku. Lo acorralaron en el hangar Geonosiano, pero los poderes de Dooku eran demasiados. Más que ser un Jedi con desafecto a la orden, Dooku era en realidad un Señor Sith, el reemplazo de Darth Sidious para el difunto Darth Maul. El sable de luz escarlata de Dooku cortó el brazo derecho de Anakin a la altura del codo, y ambos Jedi hubieran muerto si no es por la llegada de Yoda. El ataque al estilo de un remolino del sable de luz de Yoda obligó a Dooku a retirarse. Obi-Wan y Anakin regresaron a Coruscant, donde Anakin recibió una prótesis metálica para su brazo derecho.
Cuando su cuerpo curó, Anakin unió su corazón con Padmé en matrimonio. Su ceremonia, celebrada en secreto en Naboo, fue presenciada únicamente por los droides R2-D2 y C-3PO. Anakin sabía que si el Consejo Jedi se enteraba de su unión, sería expulsado de la orden Jedi.
Las demandas de las Guerras Clónicas eclipsaban cualquier esperanza de una luna de miel. Los Separatistas de Dooku se enfrentaban con la República en una guerra abierta en cientos de frentes de batalla. La República, reforzada por más de un millón de soldados clones que Yoda había conseguido de las clonadoras de Kamino, había enlistado a los Jedi como comandantes y generales. Anakin y Obi-Wan dirigieron la ofensiva desde el principio, cruzando sus sables con Dooku y sus secuaces, incluyendo el camaleónico mercenario Durge y la adusta y pálida aspirante a Sith, Asajj Ventress.
La guerra se extendió por tres años, pero Anakin logró un poco del reconocimiento que tanto deseaba. Sus batallas contra las fuerzas del cyborg, General Grievous, cimentaron su leyenda, y durante la guerra, el Consejo Jedi le otorgó el rango de Caballero Jedi. Aunque su papel en los asedios de la Orilla Exterior lo mantuvo alejado de Padmé, prometió acabar rápido con la guerra para poder disfrutar de unas largas vacaciones con su esposa.
La Batalla de Coruscant, la última gran confrontación de las Guerras Clónicas, consolidó a Anakin como el mayor héroe de la República. El General Grievous había secuestrado al Canciller Palpatine de la capital de la República y lo mantenía capturado en el crucero Separatista La Mano Invisible. Anakin Skywalker y Obi-Wan Kenobi tomaron por asalto la nave insignia enemiga y lucharon hasta llegar a la cubierta de observación. Ante la insistencia de Palpatine, Anakin decapitó al Conde Dooku. Los Separatistas restantes abandonaron la nave, y Anakin aterrizó los restos de la Mano Invisible en Coruscant.
El incidente hinchó el ego de Anakin, pero como de costumbre el Consejo Jedi moderó su entusiasmo. Anakin había creído por mucho tiempo que los envidiosos miembros del Consejo le prevenían intencionalmente de lograr grandes cosas. El Supremo Canciller Palpatine fomentaba sus creencias y reconoció sus esperanzas al nombrarlo su representante personal ante los Maestros del Consejo. Sin embargo, Mace Windu se rehusó a otorgarle el rango de Maestro Jedi. Anakin tomó la noticia como una bofetada en la mejilla y se enojó todavía más cuando Obi-Wan le pidió que mantuviera vigilado a Palpatine en nombre del Consejo.
Después, en el palco privado del Canciller en la Casa de la Ópera de Coruscant, Palpatine y Anakin mantuvieron una conversación fatídica. Palpatine aumentó las dudas de Anakin acerca de los límites de la sabiduría Jedi, y le comentó que la posibilidad de prevenir la muerte se encontraba entre los secretos de los Sith. Anakin, quien se acababa de enterar del embarazo de Padmé, había sido atormentado con visiones de que ella no sobreviviría al parto. Se aferró a esta información con desesperación. Le daba esperanza, algo que no había obtenido ni siquiera de Yoda, quien le había dicho que "dejara ir" a aquellos por quienes se preocupaba. La supuesta sabiduría de Yoda era un trago difícil de digerir para alguien que aún era atormentado por la muerte de su madre.
Después de que el Consejo Jedi eligiera a Obi-Wan para la misión de eliminar al General Grievous en Utapau, desairando una vez más a Anakin, éste se reunió con Palpatine en las oficinas del Canciller. Finalmente, Palpatine le reveló los detalles de la conspiración de los Sith, incluyendo su doble identidad como el Señor Oscuro Darth Sidious. Anakin, tratando de lidiar con la noticia, le dio la información a Mace Windu en el Templo Jedi.
Mace se preparó para la acción, pero no confiaba en las habilidades del nuevo miembro del Consejo. Le ordenó a Anakin mantenerse alejado, mientras era acompañado por tres Jedi de mayor experiencia, se aprestó a arrestar al Canciller. Pero Anakin no podía sacarse de la cabeza las imágenes de la muerte de Padmé. Se había convencido de que los poderes de los Sith podrían salvar a su esposa. Anakin se dirigió a la oficina del Canciller, donde Palpatine yacía indefenso en el piso. Mace Windu sostenía su sable de luz en el cuello de Palpatine.
Mace había llegado a la conclusión de que Palpatine, un Maestro Sith, era demasiado peligroso para dejarlo vivir. Anakin no podía arriesgarse a dejar perder el secreto Sith de la inmortalidad para siempre. Cortó el brazo de Mace con su sable de luz. Palpatine, desatando una ráfaga de relámpago de Fuerza, lanzó al Maestro Jedi por una ventana hacia su muerte.
La decisión de Anakin era irrevocable. Sabiendo que los Jedi los cazarían a ambos por lo que habían hecho, Anakin accedió a dirigir un asalto al Templo Jedi con los soldados clones. Con la aprobación de Palpatine, adoptó un nuevo nombre: Darth Vader, Señor de los Sith.
Por su parte, Palpatine envió una orden a los soldados clones del Gran Ejército de la República. En miles de frentes de batalla de las Guerras Clónicas, los soldados respondieron a la "orden 66" volviéndose en contra de sus comandantes Jedi, disparándoles incluso por la espalda. En combinación con el genocidio cometido por Anakin en el Templo, la orden 66 diezmó las filas de los Jedi en un solo día.
Anakin regresó del incendiado Templo para visitar a Padmé, asegurándole que pronto terminarían todos sus problemas. Al finalizar una última misión en el volcánico planeta Mustafar, terminarían las Guerras Clónicas y la galaxia tendría una nueva era de seguridad. Cuando Anakin llegó al planeta de fuego, entró a la fortaleza de seguridad que albergaba al Consejo Separatista y cerró las puertas. En instantes, los líderes Separatistas yacían muertos a sus pies.
La guerra había sido ganada, pero Anakin no podía deshacerse de sus sentimientos de pérdida. Sabía que había cometido actos terribles. Deseaba más que nunca la compañía de Padmé. Cuando su nave aterrizó inesperadamente en Mustafar, se apresuró a recibirla.
Sin embargo, Padmé no compartió su entusiasmo con el Nuevo Orden que había traído una paz forzada. Incluso rechazó la oferta de Anakin de gobernar el Imperio como su reina, y cuando Obi-Wan Kenobi apareció en las puertas de la nave, Anakin supo el porqué. Obi-Wan había puesto a todos en su contra. La ira que hacía hervir su cerebro amenazaba con bloquear su visión. Anakin agarró a Padmé del cuello con la Fuerza, pero aflojó la presión antes de matarla. Entonces avanzó sobre Obi-Wan.
Los dos Jedi pelearon a través de los campos de lava, sus destellantes sables de luz iluminaban el paisaje derretido. El duelo se trasladó desde el centro de control hasta un pedazo derretido de maquinaria e incluso hasta una plataforma móvil sobre un lago de lava. Anakin, arrogante y confiado en su poder, intentó un arriesgado salto hasta la posición elevada de Obi-Wan. Lo pagó caro. En un solo corte, la hoja de Obi-Wan cortó el brazo izquierdo de Anakin así como sus dos piernas a la altura de las rodillas.
Anakin yacía cerca del borde del río de lava, incapaz de moverse. El calor encendió su ropa. Cuando las llamas lamían lo que quedaba de su cuerpo, lanzó unas últimas palabras de odio para su antiguo Maestro. Cuando el dolor de su cuerpo lleno de ampollas fue demasiado intenso para resistir, Anakin cayó en la inconsciencia.
Despertó en una cámara quirúrgica de reconstrucción en Coruscant. Atado a una mesa, miró como droides carniceros le soldaban brazos metálicos a sus muñones recién hechos y revestían su torso en una armadura corporal. Finalmente, una máscara negra bajó del techo y se selló sobre su cara arruinada con un silbido. Ayudado por fuelles respiratorios, Darth Vader tomó su primer respiro sibilante.
El Emperador Palpatine estuvo presente para presenciar el renacimiento de su aprendiz. Con una risa socarrona interna de satisfacción, le informó a Vader que Padmé había muerto en Mustafar, víctima de las heridas que las mismas manos de Anakin le habían inflingido. La demostración de la desesperación de Anakin fue cruda y escalofriante. Para Palpatine era una prueba. Vader jamás sería convertido del lado oscuro.
La reconstrucción de Vader fue una mezcla de sentimientos para Palpatine. El Emperador quería un aprendiz, no una herida andante. Vader apenas podía vivir sin ayuda de la maquinaria de soporte de vida y la fuerza bruta del lado oscuro. Debido a sus brazos cibernéticos, Vader jamás podría liberar un rayo de Fuerza. Su agobiante armadura corporal le impedía realizar las acrobacias que habían hecho de Darth Vader el asesino perfecto.
Tambaleándose al entrar a un cuarto, Vader dominaba con su sola presencia, usando su estatura de dos metros y su horrenda máscara para aterrorizar a la gente. Al actuar, Vader aterrorizaba a sus subordinados para que obedecieran. Aunque los castigos de gargantas aplastadas incitaban obediencia temporal, también lo convirtieron en una figura odiada entre algunos círculos del ejército y la armada Imperial. Palpatine añoraba los días en que el Conde Dooku había aglutinado a la galaxia bajo su bandera usando la lengua dorada de los Sith.
A los ojos del Emperador, Darth Vader era un fracaso. Palpatine empezó a buscar un reemplazo en secreto, expandiendo las hordas de adeptos al lado oscuro. De entre la multitud de magos menores y políticos aduladores, Palpatine esperaba hallar a un nuevo Señor Sith.
Pero el Emperador no era el único con planes secretos, porque la traición es el sello de los Sith. Vader, aunque ahogado en el lado oscuro, albergaba un profundo odio por el hombre que lo había arrastrado a ese camino. En vez de adquirir poder infinito, ahora vivía en dolor constante, jamás tocaría la piel de alguien más. Vader solamente podía quitarse su armadura sentado en una cámara médica hiperbárica, y sus esfuerzos para curar su destrozado cuerpo a través de la Fuerza eran humillantes fracasos. Se había unido a Palpatine en espera de derrotar a la muerte; en vez de eso había asesinado a su esposa y acabado con su familia putativa, los Jedi.
Palpatine ahora era su figura paterna, y no podía escapar de su servicio. Cuando Vader gruñía, "Si, mi amo", no podía dejar de pensar en Watto, el primer ser que lo había mantenido en la esclavitud. Vader se imaginaba el poder que podría ser suyo si eliminaba a Palpatine y se adjudicaba el reinado del Imperio. Pero primero necesitaría un aprendiz. Por si solo, no podía derrotar al Señor Sith más poderoso que la galaxia había conocido.
La orden Jedi había sido diezmada. Sus pocos sobrevivientes se habían ocultado. Cuando los fugitivos Jedi llamaban la atención de los Inquisidores de Palpatine, Vader era normalmente el encargado de cazarlos y eliminarlos. Sus antiguos camaradas le traían recuerdos de la vida que alguna vez había conocido y a la que jamás podría regresar. Cuando Vader los ejecutaba, sentía a la vez pena y alivio.
Palpatine ordenó la construcción de la Estrella de la Muerte, una estación de batalla del tamaño de una luna con el poder suficiente para destruir un planeta entero. La súper arma tenía poco interés para Vader, quien prefería maquinaria que pudiera manipular por sí mismo, como los controles de su prototipo del caza TIE Advanced. La Estrella de la Muerte, que trataba de copiar el poder destructivo del lado oscuro de la Fuerza con tecnología blasfema, parecía ser sólo para satisfacer el ego de Palpatine. Peor aun, el recién promovido Gran Moff Tarkin supervisaba todos los aspectos de la Estrella de la Muerte, lo que dejaba a Vader como un subordinado del Gran Moff cuando se encontraban en el lugar de la construcción. Tarkin era uno de los individuos, junto con el Príncipe Xizor de los sindicatos del crimen organizado, que Palpatine alentaba como recurso para mantener a raya el poder de Vader.
Después de casi dos décadas de sabotaje y retrasos en la construcción, la Estrella de la Muerte estaba casi lista. La Princesa Leia Organa, una joven senadora de Alderaan, se convirtió en una alborotadora política conocida por su oposición abierta a Palpatine. Vader se encontró a la Princesa cuando realizaba una "misión de auxilio" al planeta capturado Ralltiir, sin saber que Leia abandonado Ralltiir con información secreta sobre el arma definitiva de Tarkin. Poco después, una fuerza de asalto Rebelde interceptó en Toprawa los planos completos de la estación, incluyendo una lista de sus fallas potenciales. Bajo las ordenes de Palpatine, Vader salió en búsqueda de los planos robados.
El Destructor Estelar Devastator alcanzó la corbeta Tantive IV de Leia a la altura de Tatooine, un planeta que Vader había jurado jamás volver a visitar después de la muerte de su madre. Vader dejó Tatooine tan pronto como le fue posible después de capturar a la princesa y asesinar a la mayoría de la tripulación de la corbeta.
Vader regresó a la Estrella de la Muerte con su prisionera, aunque torturar a la Princesa Leia no le dio resultados. Ella poseía una fuerza de voluntad inexplicablemente sin límite. Tarkin frustrado por la obstinación de la princesa, la usó como excusa para destruir su mundo natal de Alderaan, que había sido por mucho tiempo un hervidero de insurgencia política.
Mientras se quedaban en el sistema de Alderaan, la Estrella de la Muerte capturó un destartalado carguero coreliano, el Halcón Milenario, que recientemente había escapado del bloqueo en Alderaan. Darth Vader no estaba ciego a las manipulaciones de la Fuerza. Desde el momento en que la nave se posó en la bahía de aterrizaje, sintió la presencia de Obi-Wan Kenobi. Esta sería la primera vez que se confrontarían desde su incidente en Mustafar.
Pero no había matado a su enemigo, al menos no completamente. Obi-Wan había perfeccionado una oscura disciplina de la Fuerza, uniendo su espíritu al inframundo y haciéndose más poderoso de lo que había sido en su vida. Vader jamás lo sabría, pero Obi-Wan sería la mano orientadora en sus enfrentamientos con Luke Skywalker.
Con Obi-Wan muerto, Vader creía tener la victoria final. La destrucción de la base Rebelde, con su ubicación obtenida al rastrear al carguero coreliano que llevaba a la princesa rescatada hasta Yavin 4, sería la culminación de un día triunfal y demostraría la supremacía de Vader sobre el burocrático Tarkin.
Al tiempo que la Estrella de la Muerte orbitaba alrededor del gigante gaseoso Yavin, varios escuadrones de cazas salían de la cuarta luna. Los anticuados Y-Wings y los nuevos Incom T-65 X-Wings parecían no tener oportunidad frente a un arma tan enorme, pero Vader no compartía el optimismo arrogante de Tarkin por la infalibilidad de la estación de batalla. Como piloto durante las Guerras Clónicas, Anakin Skywalker había derrotado blancos muy grandes usando únicamente su instinto y audacia. Vader seguía de cerca el desarrollo de la batalla.
Cuando los Rebeldes empezaron a bombardear una de las trincheras de la Estrella de la Muerte, Vader ordenó a sus compañeros de escuadrón que lo siguieran en combate uno a uno para demostrar quienes eran mejores pilotos. Vader derribó con desprecio las primeras dos olas de atacantes Rebeldes, pero tuvo problemas con Luke Skywalker, el piloto de X-Wing que comandaba la tercera ola. "La Fuerza es potente en éste", fue todo lo que pudo decir mientras lidiaba con las sensaciones de la sangre Skywalker en el corazón del piloto así como la influencia sepulcral de Obi-Wan Kenobi. Disparó unos tiros de aproximación, destruyendo el domo superior del droide astromecánico R2-D2, pero el destino intervino antes de que pudiera aniquilar al blanco que tenía en su mira.
El Halcón Milenario saltó a la trinchera desde el mismo sol del sistema Yavin, destruyendo uno de los compañeros de escuadrón, espantando al otro y causando una colisión con el TIE de Vader. La nave del Señor Oscuro rodó incontrolable hacia el espacio. Para cuando Vader había recuperado el control de la nave, la Estrella de la Muerte había explotado como una supernova.
El camino de regreso al espacio Imperial estuvo plagado de inconvenientes, incluyendo una visita a la fauna silvestre de Vaal. Cuando regresó a Coruscant, juró castigar a los Rebeldes de Yavin por someterlo a tal humillación. El Emperador Palpatine, si bien estaba furioso por la pérdida de la Estrella de la Muerte, accedió darle a Vader el control del primer Super Star Destroyer que saldría de los astilleros Imperiales, una nave titánica que Vader llamo Executor. Usando el Executor como el instrumento de su venganza, Vader se preparó para bombardear la base de Yavin hasta dejarla en ruinas.
Los Rebeldes pronto sintieron su furia, pero Vader también asumió una búsqueda personal. Estaba decidido a conocer la identidad del as de la Alianza que había brillado en la Fuerza durante el asalto a la trinchera de la Estrella de la Muerte. Vader dejó muchos cadáveres en su camino, pero pronto la tortura de un Rebelde le reveló el nombre del piloto: Skywalker. En poco tiempo Vader acumuló suficiente información para asegurarse de que Luke Skywalker era su hijo, criado hasta la madurez casi 20 años después de la muerte de Padmé. Vader mantuvo cuidadosamente el secreto de esta información frente al Emperador Palpatine.
Mientras sus Star Destroyers mantenían atrapados a los Rebeldes en Yavin, Vader tuvo que lidiar con una rebelión en las filas Imperiales. Varios almirantes prominentes, hartos de las ejecuciones caprichosas del Señor Oscuro, unieron fuerzas para conspirar en secreto contra el. Vader usó a su lacayo, el fiel Almirante Griff, como agente doble para poner al descubierto la traición de los conspiradores.
Poco después, el Super Star Destroyer Executor despegó de los astilleros estelares de Fondor y comenzó su camino hacia la base Rebelde. Un acto heroico de último minuto por parte de los pilotos de la Alianza permitió que la mayor parte de los Rebeldes en Yavin escaparan hacia el hiperespacio. Furioso por tener que posponer su venganza, Vader ordenó el envío de droides sonda a las regiones más remotas del espacio. Los probots reportaban cualquier transmisión sospechosa que pudiera indicar la ubicación de los Rebeldes. Vader seguía todas las pistas en el Executor y una flota adicional de cinco Star Destroyers, conocidos en general como el Escuadrón de la Muerte.
El encuentro más cercano entre Vader y su presa ocurrió en el pantanoso mundo de Mimban. Ahí, Luke Skywalker y la Princesa Leia Organa tuvieron un aterrizaje forzoso durante una misión de incógnito para la Rebelión. El Gobernador Imperial de Mimban capturó al par y los mantuvo prisioneros por ordenes de Vader, pero ambos escaparon a la jungla antes del arribo del Señor Sith. Vader enfrentó a los fugitivos en las ruinas de un templo a punto de desmoronarse, pero sintió una vez más la presencia de Obi-Wan Kenobi cerca de su hijo. Retado por este ente espectral, Vader sufrió una derrota que permitió que Luke y Leia escaparan de Mimban. Vader, furioso, continuó su búsqueda de los Rebeldes.
Tres años después de la destrucción de la Estrella de la Muerte, uno de los droides sonda de Vader reportó un asentamiento sospechoso en el sexto planeta del sistema Hoth. Con una intuición respaldada por la Fuerza, Vader se abalanzó sobre la pista, a pesar del escepticismo del Almirante Ozzel, el comandante del Escuadrón de la Muerte. Cuando se comprobó la veracidad del reporte del probot, Vader aprovechó la oportunidad para mostrar el castigo que sufrirían aquellos que desafiaban su autoridad, así como para manifestar su profundo desprecio para quienes nunca entenderían el poder de la Fuerza.
A través de un visor, Vader usó la telekinesis para aplastar la tráquea de Ozzel, por su torpeza al desplegar la flota a su llegada a Hoth. Al tiempo que el cuerpo de Ozzel azotaba sobre la cubierta, Vader otorgaba el ascenso del capitán del Executor, Firmus Piett, al rango de almirante.
Hoth era un mundo congelado de blancas inmensidades. Vader ordenó al General Veers que penetrara el escudo de energía de la base Rebelde en un ataque terrestre usando caminadores AT-AT y snowtroopers. A pesar de la resistencia ofrecida por snowspeeders y trincheras enemigas, la Fuerza Ventisca de Veers despachó fácilmente a los defensores Rebeldes y convirtió en átomos al generador del escudo. Las tropas de Vader aterrizaron triunfalmente.
Pero varias personalidades clave habían escapado, incluyendo al hijo de Vader, Luke Skywalker. Vader siguió su mejor pista. El Halcón Milenario, el carguero que lo había humillado en el asalto a las trincheras de la Estrella de la Muerte, había sido visto en fuga hacia el cinturón de asteroides del sistema Hoth. Vader ordenó al Escuadrón de la Muerte seguir al carguero hacia el remolino de rocas, sufriendo graves daños colaterales. Sólo un llamado holográfico de parte del Emperador Palpatine lo sacó de su manía. Abandonando el campo de asteroides para que el Executor pudiera recibir una transmisión clara, Vader abrió un canal de comunicación al salón del trono Imperial en Coruscant.
Palpatine habló sin más miramientos. "Tenemos un nuevo enemigo", afirmó, "Luke Skywalker". Vader respondió cuidadosamente. El conocía la identidad de Skywalker desde poco después de la Batalla de Yavin pero no quería que su maestro supiera hasta dónde llegaba su conocimiento. Si Luke era convertido al lado oscuro, podría ser el refuerzo necesario para que Vader destronara al Emperador. Vader decidió intentar una verdad a medias, explicando que Skywalker podría convertirse en un aliado de los Sith si era corrompido. Palpatine aceptó permitir la conversión de Skywalker, y Vader sonrió en su interior. Sus propias ambiciones se realizarían pronto.
La flota Imperial no había hecho progresos en sustraer al Halcón Milenario del campo de asteroides. Vader decidió llamar a su propia camarilla de operativos independientes, incluyendo al legendario Boba Fett. Sus subordinados se asquearon con el prospecto de tener que lidiar con miserables cazadores de cabezas, pero los instintos de Vader probaron estar correctos cuando Fett logró rastrear al Halcón a su más probable destino: la Ciudad de las Nubes de Bespin.
El administrador de la Ciudad de las Nubes, Lando Calrissian, no estaba muy convencido de colaborar con el Imperio. Pero su resistencia se evaporó cuando Vader amenazó la libertad y las vidas de los cinco millones de residentes de la Ciudad de las Nubes. Con el Executor cuidadosamente oculto en el lado más lejano de Bespin, los stormtroopers de Vader prepararon una trampa sin escape para el Halcón y sus pasajeros.
Capturar a Han Solo, la Princesa Leia, el Wookiee Chewbacca, y su droide de protocolo no fue ningún reto. Pero Vader quería a Luke Skywalker y sabía por a la tortura que su madre había sufrido a manos de la Gente de las Arenas, que la agonía de los seres queridos podía sentirse a años luz de distancia por aquellos poderosos en la Fuerza. Vader empezó a torturar a Han Solo y los demás, sabiendo que su dolor actuaría como una llamada de urgencia sin palabras.
Luke Skywalker arribó a la Ciudad de las Nubes exactamente como lo esperaba. Los agentes Imperiales lo atrajeron hasta una confrontación dentro de la cámara de congelación. Vader esperaba congelar a Luke en un bloque de carbonita hasta que lo pudiera trasladar a un lugar más seguro, pero su hijo resultó contar con más recursos de los que Vader esperaba. Su duelo, con Luke blandiendo el sable azul con el que Anakin se había abierto camino en las Guerras Clónicas, llegó a su fin en el precario borde de una de las aletas del equipo que sobresalían del túnel de viento de la Ciudad de las Nubes.
Vader usó el descanso para revelarle la pieza de información que había ocultado hasta encontrar el momento indicado. Vader confesó que el era el padre de Luke, revelando en el proceso que Obi-Wan Kenobi le había mentido todo el tiempo.
Vader sintió que Luke sabía que era verdad, el mismo sentido que le confirmó a Vader que Luke realmente era su hijo. Pero en lugar de rendirse, Luke escogió aventarse hacia su muerte. Vader maldijo al tiempo que veía a su hijo caer por el conducto de aire. Aunque la Fuerza le reveló que Luke no había muerto, su hijo se encontraba lejos de su alcance. Frustrado, Vader regresó al Executor. Afortunadamente, sólo el Halcón Milenario estaba equipado para intentar rescatar al chico, y los técnicos Imperiales habían deshabilitado el hiperimpulsor del carguero poco después de su llegada. Con un poco de paciencia, Luke Skywalker pronto caería en su poder.
Los destacamentos de abordaje de stormtroopers, con las armas en modo de aturdir, se encontraban listos para invadir el Halcón tan pronto como los rayos tractores del Executor pudieran atraerlo a la distancia adecuada. Pero asombrosamente, la nave entró al hiperespacio, sin que importara el sabotaje Imperial.
El Almirante Piett esperaba morir por su parte en el fracaso de la misión. Pero extrañamente, Vader lo dejó vivir. El encuentro con su hijo había encendido las brasas de la dormida humanidad de Vader, y la tripulación del Executor vio un alejamiento reflexivo en los gestos del Señor Oscuro. Felices de distraer la atención de su amo en sus propios fallos, el personal del Executor atraía la atención de Vader a blancos externos, como el Príncipe Xizor.
Cabeza del conglomerado criminal Black Sun, Xizor deseaba desde hacía tiempo eliminar a Vader y servir al Emperador como el segundo ser más poderoso de la galaxia. Cuando Xizor trató de usar a Luke como ficha de apuestas, Vader reunió a su flota y aniquiló al vanidoso príncipe en su satélite de lujo.
Vader continuó buscando a Skywalker, pero sabía que el Emperador tenía sus propios planes para los Rebeldes. Palpatine planeaba atraer a la rebelión a una trampa en Endor, habiéndoles permitido obtener información vital acerca de la segunda Estrella de la Muerte que se encontraba en construcción en ese lugar. Vader sentía que el tiempo se acababa.
Vader tomó precauciones, manteniéndose al tanto de informes de inteligencia que sugerían que la flota de la Alianza se había reunido en Sullust. Cuando un trasbordador Imperial llegó al sitio de construcción de la estación de batalla, Vader pudo sentir la enorme energía de la Fuerza que emanaba uno de sus pasajeros. Tal y como lo había prometido Palpatine, su hijo había regresado a buscarlo. Vader ordenó a los controladores del Executor que permitieran el paso libre del trasbordador hacia la superficie de Endor.
Sin embargo el conocimiento completo de la situación por parte de Palpatine le preocupaba. Pensó que era muy riesgoso ocultarle la llegada de Skywalker. Cuando le dio la noticia, su maestro lo menospreció con un simple "Si, lo se". Luke caminaba al ritmo que dictaba Palpatine. Buscaría a Vader y Vader lo llevaría al salón del trono de la Estrella de la Muerte, al mismo tiempo que la flota Rebelde volaba hacía una trampa sin escape. Con un poco de ayuda, Luke se convertiría en el nuevo aprendiz Sith de Palpatine.
Vader, consciente de que la "regla de dos" de los Sith ordenaba que sólo hubiera un maestro y un aprendiz a la vez, tenía sus propios planes para Luke. Sin embargo, el conocimiento total de Palpatine había cambiado las reglas del combate. Vader no se animaba a pensar en rebelarse, no cuando el Emperador parecía más poderoso que nunca.
Como lo había predicho, Luke se entregó al comandante del destacamento en Endor. Luke, quien había aceptado la realidad de su relación con Vader, no aceptaba lo inevitable del lado oscuro. Le pidió a su padre renegar de su lealtad a Palpatine, en la creencia que existía un poco de bondad dentro del negro corazón de Vader.
Casi convencido, Vader recordó la época en que había tenido alguien que se preocupara por el, alguien que lo apoyara en los caminos difíciles. "Obi-Wan pensaba como tu", murmuró, en el momento trató de explicarle a su hijo la naturaleza de su adicción a la Fuerza. "No conoces el poder del lado oscuro", insistió. "Debo obedecer a mi maestro". Luke respondió que entonces el padre debía matar al hijo, y casi inmediatamente, Vader sintió desprecio por el idealismo de los tontos. Declarando que Palpatine le mostraría la verdadera naturaleza de la Fuerza, partió hacia la Estrella de la Muerte con su cautivo hijo.
Vader llevó a Luke al salón del trono de la estación de batalla. El Emperador Palpatine miraba el transcurso de los eventos desde su sillón de mando, satisfecho de que los cilindros del destino casi habían girado a su lugar correcto. Liberó las esposas de Luke con un gesto de la Fuerza, y despidió a sus guardias. El joven Jedi estaba libre para atacar.
Palpatine atormentó a Luke con el espectáculo que se desarrollaba en la ventana panorámica. La batalla espacial entre la flota Rebelde y la armada Imperial había comenzado, y cada destello significaba la muerte de cientos de compañeros de Luke. La escena hacía bullir el corazón de Luke, detonando la pérdida de los estribos que era un sello de la familia Skywalker.
Palpatine dio unas palmadas al sable de Luke que tenía en su poder, y ordenó a los artilleros de la Estrella de la Muerte que dispararan el súper láser de la estación a los cruceros Rebeldes. Con esta última provocación, Luke no pudo mas que responder. Y si atacaba con furia, como Anakin Skywalker había hecho en su intento desesperado de detener a Mace Windu, se perdería para siempre en el lado oscuro.
Al fin, Luke llamó al sable hacia su mano usando la Fuerza. Vader estaba esperando el ataque, interceptando la hoja verde de Luke antes de que partiera en dos la cabeza de Palpatine. El Emperador se carcajeó con placer, enseñando su arruinada dentadura.
La batalla entre Luke y Vader se extendió por el salón del trono. Vader presionaba en cada golpe, pero Luke resistía, incluso escondiéndose en las sombras proyectadas por una escalera cuando la pelea se hizo demasiado intensa. Vader continuó la ofensiva, pero con palabras. Sintiendo que su hijo ocultaba algo, intentó sondearlo mentalmente, llegando a la ineludible y asombrosa deducción: Padmé había dado a luz gemelos.
Una hija. No sabía nada de ella, pero la línea sanguínea de los Skywalker sugería que ella también sería una aprendiz perfecta. Tal vez ella sería la pieza faltante en el plan de Vader, y ambos podrían regir la galaxia como padre e hija.
El grito de rabia pura de Luke atontó a Vader. Hizo lo que pudo para evitar los golpes de Luke al tiempo que retrocedía, destilando energía de la Fuerza como una marejada. Perdió terreno hasta el fin del barandal que daba al conducto hacia el centro de la estación, y gritó en shock cuando Luke le cercenó su mano derecha, junto con su sable de luz.
El Emperador bajó las escaleras, aplaudiendo la escena. Vader recordó su misión de rescate en la Invisible Hand, cuando Palpatine había sacrificado sin remordimientos la vida del Conde Dooku para hacer que Anakin diera un paso al lado oscuro. La historia se había repetido, sólo que esta vez Vader sería el condenado.
Cuando Vader se preparaba para afrontar su muerte, su hijo mostró una increíble capacidad de contenerse, aún para alguien que se acababa de dejar llevar por el lado oscuro. Luke aventó su sable, dispuesto a morir antes que unirse a sus enemigos. Palpatine volteó hacia el joven Jedi, lleno de rabia. Si Luke no se convertía en su aprendiz, forzándolo a conformarse con el lisiado Vader, Palpatine descargaría su frustración en una ráfaga de agonía eléctrica.
Luke cayó al piso, con un rayo azul de Fuerza insertándose bajo su piel al tiempo que miles de voltios salían de los demacrados dedos del Emperador. Vader se incorporó con dificultad moviéndose detrás de Palpatine, como un perro nek que se arrastra de regreso a su amo.
Mirando hacia el único que lo podía ayudar, Luke rogó a su padre. Vader lo observaba, su máscara ocultaba las emociones que asaltaban su mente. Si no hacía nada, su hijo moriría en instantes.
De pronto, tomó una decisión. Vader levantó a Palpatine sosteniéndolo sobre su cabeza. Parte de sí mismo se preguntaba que estaba haciendo, mientras otra parte se admiraba de lo fácil que había sido su elección. Vader cojeó hacia el abismo, mientras la electricidad del lado oscuro se dirigía a su cabeza y torso, rostizando las partes que quedaban en su cuerpo.
Al fin llegó al barandal. Con el resto de sus fuerzas, aventó al Emperador hacia el reactor de hipermateria. El cuerpo de Palpatine explotó en un alarido de energía púrpura. Con su acto, Vader había cumplido al fin la profecía del Elegido. Había destruido a los Sith y restablecido el balance de la Fuerza.
Luke arrastró a su padre moribundo hacia el hangar de transbordadores. Los ataques Rebeldes habían dañado la Estrella de la Muerte, y el hangar comenzaba a derrumbarse sobre sus cabezas. Vader sabía que no lograría escapar de la estación, y que no viviría para conocer a su hija. En los pocos momentos que le quedaban, quería mirar al hijo que lo había salvado, a través de los ojos de Anakin Skywalker.
Luke abrió la máscara que se había convertido en un símbolo del mal a través del Imperio. La retiró al tiempo que se escuchaba el silbido de la presión ajustándose. El aire se sentía frío en los pulmones de Anakin, cuando intentó respirar sin ayuda. Logró mostrar una pálida sonrisa en los labios que habían perdido sus terminaciones nerviosas.
"Tenías razón sobre mí", susurró a su hijo. asombrado de que alguien que había conocido por tan poco tiempo lo había sorprendido totalmente. Anakin pensó en Obi-Wan, Padmé y Shmi. Sus ojos se cerraron cuando se hizo uno con la Fuerza, habiendo aprendido el truco de preservar su identidad en el más allá.
Los últimos vestigios de Darth Vader, su armadura, su máscara y su capa, fueron incinerados en el tradicional funeral Jedi en el bosque de Endor. Al tiempo que las cenizas de su padre escapaban de la pira funeraria, Luke imaginó la redención del espíritu de su padre. La prueba se le mostraría más adelante cuando vio apariciones fantasmales de Obi-Wan, Yoda y Anakin Skywalker durante el festejo en la villa Ewok. Tres de los más grandes Jedi se volvían a juntar, como seres luminosos en la Fuerza.
Aunque viene de una fuente oficial muchas de las situaciones podrían estar dentro del rango de “leyendas” actualmente.