"La vida real a veces se mete en medio", esa es una frase que uno escucha con frecuencia cuando trata de vivir la pasión por algo y más cuando se trata de Star Wars. Aunque la frase se refiere a los problemas de la vida diaria: trabajo, relaciones, familia, actividades etc, también podría aplicarse al momento final en la vida de cada uno.
El pasado mes de diciembre, finalizando un año que nos dio "Rogue One", la mejor película de Star Wars en manos de sus nuevos dueños, se nos fue Carrie Fisher, la adorada Princesa Leia de la saga más famosa del cine.
Carrie Fisher es un ejemplo de aceptar nuestras debilidades y sacar provecho. Nunca escondió sus problemas con enfermedades mentales, alcohol o drogas. En un mundo tan dado a usar máscaras para esconder las debilidades Carrie tenía un sentido del humor áspero pero agradable a la vez porque la base era la sinceridad. Eso la hizo siempre una de las celebridades de Star Wars más queridas por los fans. Su personaje fue parte de su vida y nunca se arrepintió, como dicen "marchó al son de su propio tambor". Pocas personas pueden decir lo mismo.
Ojalá la veamos en Episodio VIII y ya Lucasfilm Ltd dijo que no planear recrearla digitalmente. Conociendo que ya había filmado sus escenas esperemos la Princesa Leia tenga un final digno en la saga aunque de seguro continuará de una forma u otra.
Nos quedamos con la palabra final que se dijo en "Rogue One": "Esperanza"